Como fotografiar el cielo profundo

Sin duda que, esta disciplina apasionante está abierta a todo aquel que, simplemente se lo proponga. Aún recuerdo mi primera fotografía, hace ya más de dos décadas, con un telescopio refractor de 90 mm acromático y una montura con trípode de madera y sin motorizar; 10 minutos de seguimiento, moviendo los pomos manualmente, dieron, como fruto, una M42 nada maravillosa, pero en aquel momento y para mi, todo un logro.

Disculpar esta introducción personal, pero con ello quiero poner el acento en que, independientemente del material de que dispongamos, cuenta más la ilusión y la voluntad que pongamos, que el propio instrumental. ¡Lo importante es intentarlo!

Para los que queráis iniciaros en esto, os recomendaría adquirir una cámara CCD refrigerada y con sensor Monocromo, ya que es la mejor opción, tanto si deseáis hacer imágenes en B y N como si las queréis adquirir en color, con la incorporación de filtros (RGB) de forma separada, ya que el resultado cromático será mas puro al evitar con ello la interpolación de color. Existe una diversidad de cámaras para todas las economías. Como veis, no hago ninguna referencia a las cámaras para películas químicas, ya que soy de la opinión de que estas murieron hace más de una década, debido a las inmensas ventajas de los sensores digitales.

En cuanto a los telescopios, diría que para iniciarse, lo ideal y, teniendo en cuenta la relación luminosidad-precio, sin duda recomendaría un telescopio reflector, pues aunque existen telescopios refractores apocromáticos que quitan el hipo por su gran calidad óptica, por el precio de uno de estos últimos, podremos disponer de un telescopio de espejos, (reflector) con un diámetro muy superior, por el que nos entrarán muchos más fotones, haciendo más brillantes los cuerpos celestes y ello nos estimulará a seguir buscando objetos. No hay que olvidar que deberemos disponer de una montura ecuatorial de una robustez adecuada al telescopio y motorizada para que nos permita efectuar un seguimiento correcto.

Para la obtención de una mejor fotografía, es imprescindible realizar un mínimo de 6 o 7 tomas del mismo objeto que fotografiamos, a fin de conseguir una mayor profundidad de bits, después de su apilado y promediado.

En cuanto a los tiempos de exposición para un objeto determinado, es imprescindible la propia experimentación, ya que juegan multitud de variables, como son: la relación focal, la luminosidad del objeto, la contaminación lumínica, el filtro con el que trabajemos, los grados ASA en el caso de utilizar una réflex, el tamaño de los pixels de nuestro sensor, la propia eficiencia cuántica del mismo por cuestiones de su propia arquitectura, las diferentes sensibilidades de captura a los distintos colores del espectro de los diferentes tipos de sensores digitales, etc. etc.

En esta breve exposición, (que por cuestiones de asignación de espacio) implica un gran esfuerzo de síntesis, no me es posible comentar una larga lista de cuestiones elementales para la consecución de una buena fotografía astronómica, pero espero que sirva de escueto resumen y pueda con ello aportar alguna ayuda a aquellas personas que deseen iniciarse en estos menesteres.

      
    Carles Tudela